El alquiler turístico ha experimentado un auge sin precedentes en los últimos años, impulsado por plataformas como Airbnb, Booking o Vrbo. Sin embargo, muchos propietarios y viajeros aún se preguntan: ¿cuándo se considera alquiler turístico? Entender esta definición es fundamental para cumplir con la normativa vigente, evitar sanciones y aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece este sector en constante evolución.
En este artículo, te explicamos de forma clara y detallada qué es el alquiler turístico, cuándo se considera una vivienda como tal, los requisitos legales más importantes y consejos prácticos tanto para propietarios como para huéspedes. Si estás pensando en alquilar tu vivienda o reservar un alojamiento vacacional, ¡sigue leyendo!
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El alquiler turístico (también conocido como alquiler vacacional o de corta estancia) se refiere al arrendamiento de una vivienda amueblada, por periodos cortos, a personas que no tienen en ella su residencia habitual. Este tipo de alquiler suele estar destinado a fines turísticos, vacacionales o de ocio, y se diferencia claramente del alquiler tradicional de larga duración.
La consideración de una vivienda como alquiler turístico depende de varios factores, que pueden variar según la legislación autonómica o municipal. Sin embargo, existen criterios comunes que ayudan a identificar cuándo una vivienda entra en esta categoría:
La mayoría de las normativas establecen que se considera alquiler turístico cuando la vivienda se alquila por periodos inferiores a 31 días consecutivos a una misma persona o grupo. Si el alquiler supera este plazo, podría considerarse un arrendamiento de temporada o de larga duración.
El alquiler debe tener un fin turístico, vacacional o de ocio. Si el inquilino utiliza la vivienda como residencia habitual, no se considerará alquiler turístico.
Si la vivienda se promociona en canales de oferta turística (plataformas online, agencias de viajes, webs especializadas), se considera alquiler turístico, independientemente de la duración de la estancia.
La prestación de servicios propios de la industria hotelera (limpieza periódica, cambio de sábanas, atención al cliente, etc.) es otro indicio de que se trata de un alquiler turístico.
Saber cuándo un inmueble se considera alquiler turístico es solo el primer paso. Una vez que la vivienda encaja en esta categoría, el propietario debe cumplir con una serie de obligaciones que varían según la comunidad autónoma y, en algunos casos, el ayuntamiento.
En la mayoría de regiones, para operar como alquiler turístico es necesario inscribir la vivienda en el registro oficial de alojamientos turísticos y solicitar una licencia. Sin estos trámites, el arrendamiento se considera ilegal y puede derivar en sanciones económicas elevadas.
Además de los trámites administrativos, la vivienda debe cumplir unos requisitos mínimos de calidad y seguridad: ventilación adecuada, detectores de humo, extintores, hojas con instrucciones de emergencia y demás elementos que garanticen una estancia segura para los huéspedes.
Como en los hoteles, el propietario está obligado a registrar la identidad de los huéspedes y remitirla a SES Hospedajes o a través de las plataformas oficiales de cada comunidad. Este requisito es una de las señales más claras de que una vivienda opera como alquiler turístico.
Los ingresos obtenidos por el alquiler turístico deben declararse en la renta anual. Además, en algunos supuestos, la actividad está sujeta a IVA. Por ello, llevar un control contable adecuado es fundamental para cumplir con Hacienda.
Una de las dudas más habituales es si un arrendamiento de corta duración siempre se considera turístico. La respuesta es no.
Si tu vivienda se ajusta a la definición de alquiler turístico, ten en cuenta estos puntos:
Convertir una vivienda en alquiler turístico puede ser muy rentable, pero exige cumplir con una normativa estricta y gestionar la actividad de manera profesional. Antes de decidir, evalúa si tu inmueble cumple con los requisitos y si estás dispuesto a ofrecer un servicio de calidad.
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